Hay personas que han impactado mi vida de manera significativa, y no tiene que ver con el tiempo de conocerlas, ni siquiera si son tan cercanas o no, mas bien consiste en las aportaciones que han hecho a ella.
Hoy me despedí de un gran hombre, que cumple con su trabajo de manera ejemplar y que a lo largo de los meses me hizo pensar, reflexionar, sentir, vivir y amar, me refiero al Padre Alfredo, un sacerdote italiano que no se cómo vino a parar a la Iglesia de San Simón. Una tarde cualquiera, no sé ni de qué mes, llegamos por casualidad ahí y después de escuchar su sermón nos quedamos definitivamente en esta Iglesia. Sus palabras son francas, sus ideas firmes y la pasión por sus creencias contagia, nunca le interesó si escandalizaba a algunos con su manera de expresarse, el tono de su voz en muchos momentos cimbró el recinto, la verdad que predica con acciones y palabras quedó grabada en la vida y el corazón de la mayoría de los asistentes, incluyéndome.
Pudimos despedirnos de él, frente a frente, con un beso en la mejilla y una bendición de su parte para nuestro matrimonio. Siento una gran tristeza por su partida, lo extrañaré, sin embargo me quedo con todo lo que aportó a mi vida en su breve paso por ella. Gracias Padre Alfredo por todas sus enseñanzas. Buen viaje y hasta pronto.
1 comentario:
No creo en las casualidades... esta persona aparecio en tu vida en el momento justo para dejar una preciosa huella. Y tu mensaje me ha hecho recordar al Padre Angel (mi parroco en un pueblo de Madrid)que echo mucho de menos, y en el fondo de mi todavía escucho su voz que me llena de paz.
Gracias Gabi!
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